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Libros de ayer y hoy
BEJALTIK
F. Darinel
…
y canta y juega el viento en el camino
y en el cauce el arroyo cristalino
y en el rubio trigal las amapolas
Marcos R. Blanco Belmonte
(Fragmento; poema: El violín de Yanko)
UN JOVEN ASESINADO
LOS CAMINOS DE HOY
Hoy es uno de esos días, en que se conmemora una de esas tantas infamias que han cometido los gringos en contra del pueblo del mundo, porque hoy, un día que está también precisamente dentro de los primeros diez días, de un mes tan emblemático para el sacrificio de valientes y de palabra libre como Belisario Domínguez, hoy se conmemora el sacrificio de otro valiente.
Este día estamos a 45 años de distancia del asesinato de Ernesto Guevara de la Serna, un joven argentino; rosarense de nacimiento, a quien todo el mundo hoy conoce como El Che; El Che Guevara, quien con toda su juventud y todos sus ideales a cuestas, fue herido en combate y asesinado con apenas 39 años de edad.
Una vez consumada la victoria revolucionaria en enero de 1959, y luego que de una reestructuración socio-política, El Che, salió de Cuba en 1965; dice la historia, casi en clandestino para ir a combatir a el Congo, en un ideal caro de estar apoyando la liberación de los pueblos.
Vuelve a la isla y para el año de 1966, parte nuevamente de Cuba al encuentro con su destino final y llega a Bolivia, en donde con 47 combatientes, la mayoría de ellos no bolivianos, forma el ELN; Ejercito de Liberación Nacional.
Así, El Che, como lo apodará su amigo, el cubano, Antonio Ñico López, durante su estadía en Guatemala en el año de 1954, y en donde coincidieron, le dio ese mote por la insistencia del uso de esta palabra, muy arraigada en los argentinos rioplatenses, para llamar a otro, lo cual obviamente hacía mucho Ernesto Guevara, partió con un ideal bolivariano como guía.
Creyendo en un sueño, creyendo que los campesinos de Bolivia, al saber que un grupo de combatientes irían por la liberación de su patria los apoyarían, El Che, se internó en selva boliviana, de donde jamás salió, porque los mismos campesinos harapientos, oprimidos, explotados y olvidados, fueron los que lo denunciaron y dieron su ubicación.
Durante la mañana del 8 de octubre de 1967, en una hondonada que ha formado el río Ñancahuazú; conocida como La Quebrada del Yuro, teniendo muchos combatientes heridos, además que la tropa estaba débil y hambrienta, los cerca de 23 combatientes, que para ese momento quedaban, fueron cercados por 185 soldados.
En el enfrentamiento final Ernesto, El Che Guevara fue herido de una pierna, y con esta lastimada, ya sentado, siguió accionando su fusil, hasta que fue hecho prisionero y llevado a una escuela rural en la comunidad de Higueras.
Por la mañana del 9 de octubre de 1967, el gobierno de Bolivia, escondiendo la verdad, daba cuenta en los noticiarios, que un día antes, en combate, habían liquidado a la guerrilla y a su comandante, a Ernesto Guevara de la Serna.
Después de difundida esta mentira, de manera encubierta el gobierno de René Barrientos ordenó la ejecución del gran combatiente y revolucionario, delegándole esta responsabilidad al agente de la CIA, Félix Rodríguez, que ahí se encontraba, demostrando con ello contundentemente, la cacería que habían implementado los gringos.
Félix Rodríguez a su vez transmitió la orden a los milicianos bolivianos, y se designó como verdugo de El Che a un sargento del ejército de Bolivia; Mario Terán.
Cuando éste llegó con fusil en mano, hasta el aula donde se encontraba recluido El Che, en sus memorias narró después este soldado, que vio a El Comandante a quien le brillaban mucho los ojos, se sintió intimidado por aquella mirada y escuchó de él: Usted ha venido a matarme.
Entonces El Che, dándole a entender a Terán que solo mataría su cuerpo, más no sus ideas y su legado, y que eso sobreviviría, le dijo con firmeza de militar consumado: Póngase sereno y apunte bien ¡va a matar a un hombre!.
A la 1 con diez minutos de la tarde, de aquel domingo 9 de octubre, una ráfaga de metralla pasó de los pies al pecho y al cuello de El Che, para caer muerto y convulsionar, entre sus últimos estertores entre un charco de sangre.
Luego de esta ráfaga, para confirmar su muerte, otra se dejó oír para balear el corazón de un hombre que físicamente ya había dejado de latir, pero que jamás dejó y dejará de hacerlo hasta el último de los días, de los que creen en la libertad.
Así murió el médico, el hombre que como luna de miel de sus primeras nupcias, un noviembre de 1955, pisó suelo chiapaneco para visitar sitios arqueológicos mayas, el revolucionario férreo, el militar de recio y creyente de una sólida disciplina, el hombre que cree aun en la liberación de todos los pueblos tercermundistas, para dejar de ser oprimido.
Luego de muerto, los soldados, como lo narra la biblia que hicieron con los ropajes de Jesús, se distribuyeron sus efectos personales, dentro de los cuales iba su eterna pipa, por lo que ahora ya saben porque cierto payaso con capucha, un pseudoguerrillero, una creación de la siniestra mente de Salinas, también fuma pipa y lo imita escribiendo poesía, y hasta la barba creo.
Se cerró un capítulo más, murió el cuerpo de un joven hace 45 años, el de El Che, pero como él mismo le escribió a Fidel Castro en México en 1956, antes de partir a Cuba, a la revolución, en su poema: Canto a Fidel, en un fragmento anticipó su inmortalidad agraria y de hombre simple y sencillo, pero con este fragmento, el cual él escribió, hoy podemos revertirlo y tomarlo para decirle hoy a él con sus mismas palabras; y cito, y así concluyo:
Cuando tu voz derrame hacia los cuatro vientos
reforma agraria, justicia, pan, libertad,
allí, a tu lado, con idéntico acento,
nos tendrás
Es cuanto.